viernes, 11 de septiembre de 2009

Lagrimas del Piri - Piri

Rember Yahuarcani López

Los Aymeni son una memoria a la defensiva que Rember Yahuarcani nos muestra con esta primera exposición suya de pinturas sobre Llanchama. Organizar recuerdos y colores ha sido para Rember una tarea difícil. Su padre, con apellido quechua, proviene en realidad de los Cocama dispersados gravemente por la colonización criolla más que española. La familia de su madre proviene de Aperuaté a medio día de río hacia el Brasil desde el pueblo de Pebas. El núcleo más sólido lo representa su abuela Jañao. (Flor en su idioma) que recuerda con agravio el abuso de los patrones. Jañao rechaza el nombre de Huitoto que significaría “Hormiga peleona de combate” y les habría sido impuesto por los patrones para decir que era gente que discutía y peleaba mucho entre ellos mismos, igual que las hormigas. La abuela de Rember dice que el verdadero nombre de su gente es Aymeni que significa “Hombres de la chorrera”. Parecería que los Aymenis pueden haber tenido algunos numerosos clanes al igual que los Boras o Ticunas, clanes profundamente alterados por la actividad cauchera. Decenas de jefes o curacas de diversas etnias tuvieron hacia 1920 que dirigir a sus clanes de un lado a otro de Colombia, Brasil, Perú empujados por los colonos. Los huitoto aymenis podrían haber tenido entonces héroes epónimos rigurosamente históricos como tuvieron los Bora en la gran figura del curaca mayor Mibeco.
La pintura fue una experiencia muy temprana para Rember. En eso hemos crecido nos dice porque ya desde 8 – 9 años ayudaba a su padre Yahuarcani en la preparación de la corteza y pigmentos. Su padre lo animaba a colorear por su cuenta, sobre todo paisajes y animales. Pero en las conversaciones de familia durante los obligados descansos de la noche, Rember con el tiempo prefirió abandonar esa temática y explorar el mundo de la magia y las costumbres todavía practicadas. Esta ha sido su tarea desde 2001 y con ella vino a la exposición La Serpiente de Agua – Lima 2003.
Con esta exposición de Rember nos encontramos ante una verdadera tradición pictórica que llamaríamos Escuela de la Llanchama cuyo primer difusor en Lima fue el artista Bora Victor Churay. ¿Qué son las Llanchamas? Por lo pronto para Rember serían JIGAFE, son cortezas que proceden de diferentes árboles. Las más conocidas se obtienen del Ojé y del Caucho Macho que originan dos resultados diferentes en color (más oscuro la del caucho macho). El Ojé, conocido en toda la Amazonía, es utilizado principalmente como vermífugo. Rember insiste, sin embargo, que la mejor corteza no se obtiene del Ojé o del Caucho Macho sino del Renaco de altura. Por lo pronto la textura es mucho más fina, pero además su aprovechamiento es mayor porque puede ser utilizado el árbol en toda su altura y no sólo a la mitad. Para obtener la Llanchama existen procedimientos muy rigurosos. Por lo pronto la extracción debe ocurrir en Luna llena. Luego de cortar el árbol se desprende la corteza y con el lomo del machete se le empieza a extender. Después hay que machacar con piedra de batán y lavarla con agua caliente porque el agua fría no saca la resina y la Llanchama queda oscura. Al final el producto se deja secar al sol. Todo este proceso puede durar hasta cuatro días con la intervención de casi todos los miembros de una familia. También resulta trabajoso obtener los colores: el rojo de un tipo de achiote, y el anaranjado de otro, el color negro y azul viene del Huitillo, el verde de la hoja de Retama o Pifayo, el amarillo del Guisador. Para cada uno de estos pigmentos hay procesos especiales: para el negro del Huitillo hay que enterrarlo en el barro quince días y extraerlo cuando está dispuesto mientras que el azul se obtiene con la cáscara fresca y sin enterrar. Asimismo la Retama solo da el verde cuando se remoja en agua para exprimirla después. El amarillo es un poco más trabajoso: hay que utilizarlo fresco, poner al Guisador hasta que se vuelva líquido y al final mezclarlo con leche de caspi.
Estos son los materiales utilizados por Rember Yahuarcani para esta exposición dentro de la cual podemos distinguir dos conjuntos muy diferenciados. Primero las expresiones mitológicas que incluyen varias propuestas temáticas. Una de las obras plantea el marco general describiendo los diferentes espacios del universo. Dentro de la misma órbita están las pinturas sobre chamanes: los chamanes convertidos en Otorongo para matar a sus enemigos; los chamanes trasfigurados en diferentes seres después de su muerte. A medias entre la realidad cotidiana y lo mágico estaría el encuentro de los cazadores con una sierpe de dos cabezas. No falta por último el tema de los Dueños (de planta o animales) que otros pintores amazónicos también han explorado durante los últimos años (Canayo/shipibo; Casanto/asháninca).
Rember tiene delante suyo varios caminos y quizás deba recorrerlos todos al mismo tiempo. No es ni tiene porque ser visto ni llegar a ser un pintor folclorista. Menos todavía podría olvidar lo suyo, lo de siempre para pretender convertirse a lo moderno. Quizás en el futuro unifique más bien esas dos propuestas en un solo conjunto de color y figura.

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* Presentación a catálogo de la exposición Lágrimas del Piri-Piri de Rember Yahuarcani López. Biblioteca Nacional del Perú. Lima, setiembre 2004.

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