viernes, 14 de agosto de 2009

El Inca Garcilaso y el Marqués de Santillana

Garcilaso es un enigma, diferente al enigma Guamán Poma pero igualmente complicado. De ambos podría decirse lo que el propio autor de la Nueva Crónica dijo del Perú como territorio: además de sus aparentes medidas lineales el Perú es multiplicado en cinco y diez veces por “lo doblado de la tierra”. Cada uno de ellos supo bien lo que decían o dejaban de decir y decían a medias. En sus respectivas obras siempre estuvieron como entre burlas y veras desafiándonos a que sepamos cuánto hay de segunda verdad en lo que dicen. Así podemos comprender la exasperación criolla de Manuel Gonzáles de La Rosa a fines del XIX cuando acusó de plagiario al Inca. Cincuenta años después Raúl Porras explicó que Gonzáles de La Rosa proyectaba sobre la relación Garcilaso/Blas Valera las propias experiencias de Gonzales de La Rosa con un americanista que lo despojó de sus investigaciones sobre Colón. Quizás hubo algo más: la incredulidad exasperada de Gonzáles de La Rosa quien, a pesar de su tomismo aristotélico era hombre simple para quien el día era día y la noche, noche y hubiera muerto por un ataque de incomprensión si hubiera ojeado alguna página de la Nueva Crónica. Todo esto viene a propósito de un “plagio” (que no lo es) de Garcilaso y que Gonzales La Rosa felizmente no detectó porque no era amigo de poemas. Fue un semiplagio entre burlas y veras cometido por el Inca en agravio de su lejano pariente el Marqués de Santillana. Santillana era un mujeriego notorio, muy aficionado a las jóvenes campesinas que le inspiraron muchas de sus Serranillas. Una de ellas, la IX escrita hacia 1430, dice:

Dixo: “Cavallero,
tiratvos á fuera:
dexat la vaquera
passar al otero;
ca dos labradores
me piden de Frama,
entrambos pastores.”
Sin duda ese poema fue leído por el Inca Garcilaso pues calladamente lo intercala y hace suyo en prosa para ubicarlo en el Perú y no en España en el segundo libro de los Comentarios Reales (cap. 26) dedicado a la geometría, geografía, aritmética y la música:[1]:
“Un español topó una noche a deshora en el Cuzco una india que él conocía, y queriendo volverla a su posada, le dijo la india: –Señor, déjame ir donde voy; sábete que aquella flauta que oyes en aquel otero me llama con mucha pasión y ternura, de manera que me fuerza a ir allá. Déjame, por tu vida, que no puedo dejar de ir allá, que el amor me lleva arrastrando para que yo sea su mujer y él mi marido”.

¿Cómo explicar esta similitud entre las Serranillas y los Comentarios? Similitud tan obvia que bien podía ser advertida por cualquiera de los eruditos amigos que en Córdoba hacían tertulia con Garcilaso. Se trata de más bien de una broma secreta destinada a los entendidos. Pero una broma con algo de sal y pimienta a favor tanto de la campesina peruana como de los españoles del Perú pues la serranilla española acepta los requiebros del Marqués (“... y fueron las flores... los encubridores”) mientras que la moza cusqueña rechaza los requerimientos del soldado español que no insiste[2]. Hay en todo esto un buen ejemplo de esa mentalidad de contrapunto que caracteriza a Garcilaso y sirve tan bien a la gente vencida para subir más alto del sitio al que cayeron en su derrota.




________________________



* Publicado en Libros & y Artes, N.° 12, Revista de cultura de la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, diciembre 2005, página 6.

[1] Varias veces en el curso de su obra Garcilaso disfrutó al exhibir sus conocimientos de música. En el capítulo que comentamos al hablar de música de los Collas dice que sus instrumentos era a modo de órganos porque cada cañuto tenía un punto más alto que el otro, con las cuatro voces naturales. De modo que un indio respondía al otro en consonancia de quinta u otra cualquiera subiendo los puntos altos o bajando los bajos siempre en compás. “No supieron echar glosa con puntos disminuidos pues todos sus puntos eran enteros y sus flautas hasta de cinco puntos”.
[2] En el propio Santillana hay dos vertientes. En una el gran señor y la campesina tienen acuerdo de amores. Lo contrario ocurre en otras Serranillas (2, 4, 5, 6). Incluso al propio marqués lo amenaza una montañesa con su dardo pedrero. Garcilaso obviamente prefiere este segundo ejemplo pues, como en otra oportunidad dice, no era amigo de “entre meses deshonestos viles y bajos” sino de “cosas graves y honestas con sentencias y donaires permitidos”.

3 comentarios:

  1. suerte que recién puedo leer este artículo. el doctor Macera me lo recomendó hace unos años. Es súper interesante el dato ademàs de curioso.
    ¿ Casualidad? ¿ intencionalidad? Creó que lo segundo.

    ResponderEliminar
  2. Es muy forzada la relacion entre ambos textos, pues Santillana recurre al topico medieval de la poesia goliarda, licenciosa y rustica. Garcilaso el Inca alude al color y sonido de la quena, expresivo de la fatalidad del amor, tema de yaravi, cuyo lirismo es unico en la Pre-América y anticipa en milenios el romanticismo europeo.

    ResponderEliminar
  3. Tiene razon el anonimo, porque tal relacion tiende a hacer creer que la sutil sensibilidad de Garcilaso el Inca no es mas que el reflejo de la herencia hispanica paterna. Neocolonialismo. Macera, como una dama de un patronato de beneficiencia, es un indio que se cree español, como Vargas Llosa.

    ResponderEliminar