Esta nota quiere discutir la
posibilidad de que una talla en madera, recientemente encontrada, sea el único
ejemplo hasta ahora conocido en el Perú de Arte Africano Colonial. Por ahora, no es posible determinar la clase
y el género de la escultura. Representa
una mujer desnuda y embarazada. Los
elementos sexuales y la gestación han sido vigorosamente subrayados por el artista. La cabeza remata en un adorno cuya definición
es discutible. Podría ser una
corona. La cara no es precisamente
femenina. Por algunos de sus rasgos
asemejaría una máscara. El labio
inferior ha sido acentuado. Las
extremidades han recibido un tratamiento diferenciado. Los brazos están pegados al cuerpo. Mientras que las piernas aparecen en
movimiento muy dinámico.
Esta Embarazada fue
encontrada en el departamento de Lima dentro del territorio de la llamada
Cultura Chancay. Por esta razón, con
cierto automatismo ha circulado un primer diagnóstico que la define como perteneciente
a esa cultura prehispánica. Pero nada
tiene que ver con esa tradición. Nos
encontramos, más bien, ante un símbolo vinculado a otros círculos culturales.
No coinciden las
tendencias artísticas andinas con numerosos aspectos de La Embarazada: a) La
rotunda intención del artista para representar la acción de caminar; b) el énfasis somático del vientre y los
pechos; c) la sofisticación casi
esquizofrénica de combinar varios estilos e intenciones que convencionalmente
llamaríamos: la cara, el vientre, las piernas, los brazos. Cada uno de los cuales corresponde a los
sistemas representativos diferentes: cara-abstracción, vientre-realismo
somatizado, piernas-movimiento; brazos-atrofia.
¿Cómo explicar la
presencia de voluntades estéticas tan diversas?
¿Cuál es dentro de ellas el núcleo dominante? Por lo pronto hay que advertir que la Costa
Central peruana, además de haber sido asiento de culturas andinas, fue también
el territorio donde mayor desarrollo tuvieron los diversos fenómenos vinculados
a la esclavitud colonial. La Embarazada
fue encontrada en la hacienda Vilca Huaura, antiguo predio jesuita. Toda aquella zona estuvo principalmente
destinada al cultivo de la caña durante los siglos XVI-XIX. Como sabemos, la mayor producción cañavelera
del Perú no procedía entonces de los valles norteños (como ocurre hoy día),
sino del territorio comprendido entre Paramonga y Cañete. Una ciudad dominical como Huaura, con sus
cuatro iglesias, sólo puede ser explicada en función del gran auge económico
gestado por la mano de obra africana que trabajaba en los predios vecinos.
Allí donde hubo esclavos
surgió también el Cimarrón o sea el negro rebelde que huía de las
haciendas. Generalmente el Cimarrón
aparece asociado en la literatura científica con el bandolerismo. Pero esta es una imagen demasiado simple y
convencional. El Cimarrón es
incomprensible sin el Palenque. Esta
palabra turca, Palenque (significa:
Fortaleza), fue adjudicada a las comunidades o aldeas de esclavos
cimarrones debido a los cercos de caña y piedra que las rodeaban. Pero el Palenque fue algo más que un
cuartel. Cumplió desde luego funciones
defensivas y militares; los esclavos acostumbraban elegir, por eso, sitios
estratégicos. Pero, además, el Palenque
era un Centro Convivencial ajustado a sus propias normas. Dentro de él, los esclavos habían organizado
algunas actividades artesanales. No sólo
destinadas al autoconsumo sino también al intercambio o comercio con los
sectores populares vecinos.
Uno de estos palenques de cimarrones estuvo precisamente en
las alturas de Vilca Huaura donde ha sido encontrada esta figura del
Embarazo. El Palenque de Vilca Huaura
fue inteligentemente construido por los cimarrones en el mismo sitio donde
antes hubo una pucara indígena. Desde allí los cimarrones podían controlar
fácilmente el camino Sayán-Huacho. Así
como las diferentes desviaciones que conectaban al Valle de Huaura con los de
Supe y Barranca. Existen todavía tradiciones
en la zona que vinculan a la cestería con los negros y que mencionan intercambios
de sal y pescado seco en lugar de canastas.
De ser confirmadas podrían corresponder a viejos patrones de relación
entre los Palenques negros y las Comunidades Indígenas costeñas. Lo cual implicaría el desarrollo de
artesanías y culturas complementarias.
Dentro de esa Cultura del
Palenque pudieron, quizás, evolucionar expresiones artísticas relacionadas con
las estructuras religiosas del esclavo cimarrón, como esta Embarazada. Muy poco sabemos al respecto. Para muchos científicos sociales, la
principal contribución de la Cultura Africana dentro del perú estaría
vinculada, de un lado, a ciertos gustos dietéticos y, de otro, a las
danzas. Es posible que así haya sido
durante el siglo XIX. Pero no tenemos
porqué generalizar. Los primeros tiempos
de la esclavitud americana bien pudieron presentar otras características. No resulta improbable que hubiese un arte de
transición a mitad de camino entre África y América.
El Palenque, dentro de esa
perspectiva podría haber sido un activo centro de aculturación, donde fueron
filtrados los elementos europeos para combinarlos con otros que procedían tanto
de África como de las Culturas Andinas que circundaban a las comunidades
esclavas.
En el caso concreto de la
Embarazada, habría, sin embargo, que preguntarse cuánto hay de supuestamente
andino, africano, caribeño o español.
¿De dónde viene y qué significa esa vagina cortada al tajo que vincula
dos zonas eróticas femeninas? ¿Es
africano el collar (si es collar), o lo que sea, que ostenta el pecho de la Embarazada? ¿Lo es también el labio inferior tan
desarrollado? ¿Vemos mal cuando
suponemos una voluntad de duplicación de la figura en su parte media?: Porque
resulta que ese vientre y sus pechos, vistos frontalmente, son únicamente
eso. Pero la mujer recostada y de
espaldas convierte esa sección en una cara, donde la vagina es una boca.
¿Cuáles de estos elementos
pueden ser atribuidos a las diversas culturas que pudieron participar en la
experiencia artística de los Palenques?
Ni siquiera podemos
desestimar la posibilidad de una estrecha relación entre la Embarazada y lo que
llamaríamos el Arte de los Negros Bozales.
Un arte “pre-Palenque”. Bozal
era, como sabemos, en negro recién arrancado, que llegaba a los mercados
esclavistas sin hablar todavía español.
El estúpido desprecio colonialista efectuaba una módica metáfora al
considerar que por no hablar el castellano esos hombres tenían, en verdad, un
bozal, como los perros que no pueden ladrar cuando lo llevan. No es improbable que los bozales practicaran
un arte a las escondidas, mucho más próximos a las fuentes africanas originales
de lo que podían hacer los negros criollos.
Esta figura del Embarazo y la maternidad pudo ser hecha en el Caribe
Americano mientras su autor esperaba ser vendido.
Tampoco excluyo una solución todavía más compleja: La
Embarazada pudo haber sido trabajada en diferentes etapas que corresponderían a
otros tantos cambios en su respectivo uso simbólico. Así podríamos explicarnos los huecos cavados
a la altura del hombro, al parecer a fuego y mucho después de la factura
original. He visto algunas veces
esculturas populares peruanas trabajadas en maguey o madera con huecos
similares. Representan imágenes
sagradas. En su caso, la explicación es
la siguiente: son estatuas originalmente
hechas con las extremidades fijas e inmóviles. Los brazos
están tallados
–diría
mejor, “insinuados”– dentro de la materia base.
Tronco y extremidades forman un todo compacto. Las vestimentas han sido representadas
gracias al recurso simple de pintarlas sobre el cuerpo de la imagen, o de
aplicarlas directamente mediante una composición de yeso y crudos. En algún momento, la devoción ha querido
vestir efectivamente a estos santos. Ha bastado, en algunos casos, poner una capa
encima de los hombros, pero otras veces han preferido introducir los brazos
articulados y adornarlos con vestidos en miniatura como si fueran muñecas. Bien podría La Embarazada haber estado sujeta
a similares procedimientos.
Todas esas incertidumbres
permiten, sin embargo, sugerir algunas conclusiones. Antes que nada, parecería que el Arte Popular
Peruano no podrá ser explicado atendiendo exclusivamente a sus dos componentes
principales: lo andino, lo hispánico.
Tendrá también que incluirse lo africano. Al lado de esta temprana figura del
embarazado podrá, con el tiempo, asociarse expresiones hoy día mal entendidas,
como ciertas máscaras de carnaval y algunos diseños de cestería costeña.
Esa cultura afro-andina
podría ser detectada no sólo a través de análisis de objetos aislados. Desde hace años vengo sugiriendo que en los
numerosos residuos de palenques costeños, se efectúen investigaciones con
vistas a una Arqueología de la Esclavitud.
No porque así nos “adelantamos a los gringos” ni sólo porque
metodológicamente sea importante, sino porque el Palenque es una de las
instituciones formativas del Perú. Esta
mujer embarazada, de grandes nalgas, con su cara para nosotros de demonio, sus
pechos jóvenes, el talle alto y los brazos amarrados puede ser una ventana o
una puerta de ingreso a ese mundo.
Excelente diagnostico ...
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