Además, las investigaciones sobre la cultura popular andina han venido acercándose a los temas que ahora presento. A ese respecto hay que mencionar los estudios de K. Seibold 1992 sobre los estilos y la cosmología de Choquecancha (Cusco). De acuerdo a los resúmenes que conozco por Internet parecería que Seibold se refiere no al tema de San Isidro sino a la representación en algunos textiles cusqueños de la tortura de Túpac Amaru jalado por cuatro caballos. Estos mismos textiles incorporan a veces algún otro tema tupamarista: el sombrero (no sé si es mencionado por Seibold). ¿Incorporado desde un afiche de Sinamos 1971? O al revés. Pueden haber ocurrido diversos préstamos en ida y vuelta Sinamos–Tejidos populares. El prejuicio político contra el régimen de Juan Velasco Alvarado impide hasta ahora conocer esas propuestas estético–ideológicas.
Pero eso no fue todo. Ese mismo día en la noche recorrí la Plaza Mayor del Cusco. En uno de sus portales encontré una manta (lliclla) donde aparecían las figuras que por primera vez con mérito absoluto han sido estudiadas y publicadas por K. Seibold. Advertí de inmediato que además de los “caballos” que intervienen en la ejecución de Túpac Amaru aparecían las figuras de otros “caballos” con una bandera encima del lomo que (según mi interpretación) nada tenían que ver con la ejecución en sí misma y que más bien coincidían con la interpretación arriba reseñada: Los caballos con bandera de esos tejidos evocaban a las acémilas de transporte propiedad de Túpac Amaru.
No deja de asombrar la audacia y la provocación simbólica. Quienes decidieron establecer esas relaciones San Isidro/Túpac Amaru nada ocultaron. Su mejor defensa, su mejor disfraz, era no ocultar sino exhibir casi con ostentación los símbolos, los hechos. Lo cual no es un procedimiento ingenuo, “popular” sino muy sofisticado; que no podemos adjudicar a las tejedoras andinas que reprodujeron los primeros modelos básicos. Tan sofisticados.
En los días siguientes revelé estos descubrimientos por separado a mi compadre Rubén Córdova y al padre Jorge Lira. Ambos me aconsejaron que no los diera todavía a conocer. El padre Lira admiraba a Túpac Amaru pero era muy cuidadoso porque su propia familia (Ladrón de Guevara) descendiente del Inca Paullo fue contraria a las gestiones de Túpac Amaru para ser Marqués de Oropesa. Me comprometí con el padre Lira en redactar una ayuda memoria. Así lo hice y desde Lima la envié al Cusco por intermedio de Rubén Córdova junto con todos los materiales reunidos por mí (tejidos y fotografías). El padre Lira me respondió reiterando la necesidad de esperar. En ningún momento me proporcionó información adicional sobre los temas Túpac Amaru. Tampoco yo lo solicité. Poco antes de su muerte en 1984 me invitó a ir al Cusco (lo que no pude hacer). Añadió que todos mis materiales se los había encomendado a mi compadre Rubén Córdova (quien todavía los guarda). Creo haber cumplido mi compromiso de silencio. Las circunstancias de hoy son diferentes a las de 1975. Ya no tengo la misma expectativa acerca de los movimientos religiosos de resistencia indígena. Quizás esos movimientos están siendo invadidos por propuestas religiosas modernas que cuentan con abundantes recursos económicos. Creo que en esas orientaciones tengo poco que hacer.
Volvemos a San Isidro–Túpac Amaru. ¿Por qué Túpac Amaru es San Isidro? Convergen aquí varias situaciones que entretejen una complicada postulación religiosa, histórica y política. Empecemos por lo pronto con la separación que se establece en la zona alto andina entre la agricultura bajo el patronazgo de San Isidro y las ganaderías bajo el tutelaje compartido de San Marcos (vacunos), Santiago (auquénidos) Santa Inés (caprinos) San Antonio (mulas).
San Isidro fue canonizado en 1622 al mismo tiempo que otros santos españoles (Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier). La vida de San Isidro fue la de los trabajadores del campo en la época medieval europea (siglo XII). Su percepción popular por los pueblos andinos puede haber estado facilitada por el hecho que a San Isidro se le atribuía poder sobre los vientos, lluvias y sequías. Atributos que son también asignados al Amaru. Aunque no, en principio, al personaje histórico Túpac Amaru. Si bien es posible que luego se le acumularan esos roles.
Pero no bastaba obviamente esta relación San Isidro–Amaru para conectarla además con José Gabriel Túpac Amaru. La causa de esa conexión es mucho más directa y sencilla. Túpac Amaru es San Isidro porque murió casi el mismo día (18 de mayo) en que se inician las festividades de San Isidro (17 de mayo). Es posible que desde las primeras experiencias coloniales en el siglo XVI haya existido y quizás todavía exista una elite secreta que además de preservar tradiciones andinas fundamentales haya tenido también por misión adaptar esas tradiciones, modernizarlas y hacer que de este modo adquieran vitalidad y sigan vigentes pero ocultas. Así podría haber ocurrido con el vínculo Atahualpa/San Juan Bautista o Huayna Capac–Colibríes (Resurrección)– Taitacha temblores. Y no es improbable que una operación semejante haya sido elaborada respecto al primer Túpac Amaru ajusticiado en el siglo XVI por Francisco de Toledo. ¿Cuál es la ubicación secreta del primer Tupac Amaru en el santoral católico? En todos esos casos cada uno esos personajes religiosos católicos es un disfraz para conmemorar sin peligro al correspondiente héroe andino. Así, al celebrar las festividades de San Juan rendimos homenaje al inca Atahualpa y al recordar las fiestas de San Isidro lo hacemos con José Gabriel Túpac Amaru[1].
Hay que advertir que no todos los sanisidros están asociados a Túpac Amaru. Debemos excluir los sanisidros con barba. Estos son los sanisidros españoles y su celebración no pasa de ser convencional. Los sanisidros que recuerdan y evocan a Túpac Amaru son los sanisidros lampiños. En la colección de Elvira Luza existía uno (“primitivo”) de gran tamaño que tenía esas características. Ignoramos donde está y no tenemos fotografía de ese San Isidro. Hemos ubicado además varios ejemplos de sanisidros lampiños. Forman parte de obras plásticas mayores muy complejas en las cuales diversos personajes sagrados son asignados a campos de influencia vinculados a la agricultura y ganadería andinas. Todos ellos parecen pertenecer a varios autores de la escuela que tuvo sus comienzos cuando Tadeo Escalante inventó los murales portátiles. No es improbable que el propio Escalante haya pintado estas obras. Así podríamos entender la semejanza que existe entre los sanisidros lampiños y el retrato de Túpac Amaru después del triunfo de Sangarara atribuido por mí a Tadeo Escalante. En todos esos casos el elemento definitorio fue la casaca roja de los sanisidros lampiños idénticas a la del Retrato de Sangarara ya mencionado. Por otro lado este color rojo implica las ideas de sangre y de fuego y está vinculado a los días que recuerdan el sacrificio de Jesucristo y en general a cualquier martirio incluyendo el de Túpac Amaru.
Muerte y Suplicio de Túpac Amaru (Relato de un testigo presencial) “El viernes 18 de Mayo de 1781, después de haber cercado la plaza salieron los prisioneros… uno tras otro venían con sus grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo… a Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca; y a la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo, que estaba dispuesto con torno de fierro que a este fin se había hecho, y que jamás habíamos visto por acá, habiendo el Indio (Túpac Amaru) y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo a presencia del marido, se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito porque, teniendo el pescuezo muy delicado no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza; allí le cortó la lengua el verdugo y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo; atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes o el Indio en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después de un largo rato lo tuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, … despachó de la Compañía (desde donde dirigía la ejecución) una orden, mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y los pies. Esto mismo se ejecutó con la mujer, y a los demás se les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del Indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas, las que se arrojaron al aire y al riachuelo que por allí corre … Este día concurrió un crecido número de gente, pero nadie gritó, ni levantó una voz: muchos hicieron reparo, y yo entre ellos, de que entre tanto concurso no se veían indios”. |
Pero hay algo más. Existen cálculos retrospectivos del calendario católico gracias a las investigaciones de Hatto Von Hatzfeld adaptadas al Perú por los Misioneros de los Sagrados Corazones. El 18 de mayo de 1781 correspondió a la quinta semana de pascua en el ciclo que se inicia con la Resurrección de Jesucristo y termina en Pentescostés. Este es uno de los tiempos fuertes de la liturgia católica. Al respecto un dato adicional: Boleslao Lewin informó que José Gabriel Túpac Amaru tenía un culto privado, secreto y confidencial dedicado al Espíritu Santo. Recordemos que el Pentecostés cristiano tiene su raíz en las festividades judías vinculadas a ciertas cosechas agrícolas y a la dedicación de las primicias a Dios. Hasta que punto, nos preguntamos el martirio de Túpac Amaru convocó por primera vez en el Perú los vínculos San Isidro–Pentecostés–Amaru. Podría ser que algunas de esas relaciones preexistieran a Túpac Amaru mismo. En otras palabras el Amaru, sus significaciones y cultos podrían haberse hospedado en el Pentecostés desde fechas muy tempranas. A ese primer núcleo se le habría añadido a San Isidro desde la fecha de su canonización a principio del siglo XVII. Sobre este terreno abonado la figura de Túpac Amaru habría tenido un poder de síntesis y convocatoria maximizado por su heroísmo. El Amaru no es cosa del pasado ni un simple personaje histórico. Revitalizado por la muerte de Túpac Amaru desplegó intensamente su presencia: los amarus tejas presentes en el Contisuyo durante los primeros cincuenta años del siglo XIX. Las illas que disfrazan al Amaru cuando combinan elementos de murciélagos y toros. Las petacas con la evidente figura del Amaru viajando con los arrieros de la sierra sur. Todavía más: el Amaru habrá de estar presente en el siglo XX con la plástica y narrativa de Carmelón Berrocal o con la escultura en madera del Amaru ejecutada en la sierra central hacia 1950. Toda esta reanimación exacerbada por el sacrificio de Túpac Amaru puede tener vínculos con expresiones pentecostales populares en el Perú que a veces parecerían estar relacionadas con la esperanza de un Pachacutec[2].
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* Publicado en Revista Puente N.° 4. Publicación del Colegio de Ingenieros del Perú, Año 2, marzo 2007.
[1] He vacilado en redactar esta nota hasta que he tenido la convicción de que es un deber hacerlo. Es posible que algunas otras personas hayan compartido experiencias y creencias similares a la que describo: en algún momento durante varios días a mi regreso de Lima desde el Cusco 1975, recordaba obsesivamente el suplicio de Túpac Amaru. De qué modo primero cortaron la lengua a su hijo y lo arrojaron de la escalera de la horca. Luego no pudieron aplicarle garrote a su mujer porque tenía el cuello muy delgado y tuvieron que matarla con patadas en el estómago. Estos monstruosos sufrimientos morales concluyeron en el suplicio final físico de Túpac Amaru. No puedo precisar ni el momento ni el lugar en los cuales de pronto entendí que todos estos sufrimientos de Tupac Amaru lo habían llevado a un estado de santidad antes de morir. No estaríamos así solo ante un héroe político y militar. Estaríamos también además ante la santidad alcanzada por el martirio.
[2] Este artículo ha sido posible gracias a consultas de Internet organizadas por mi esposa Sara Castro García. Entre otras referencias las siguientes:
Sobre Seibold, Katharine E., 1992. http://www.smith.edu/vistas_web/gallery/detail/tupac.htm
Seibold, Katharine E. 1992. “Textiles and cosmology in Choquecancha, Cuzco, Peru.” In Andean Cosmologies through Time: Persistence and Emergence. R. Dover, K. Seibold and J. McDowell, eds. Pp. 166-201. Bloomington: Indiana Univ. Press.
Sobre San Isidro Labrador
http://www.cccuba.org/guardarraya/200405/isidro.htm
Sobre Pentecostés:
http://www.aciprensa.com/fiestas/pentecostes/
http://www.pctii.org/wcc/leon94S.html
Autora: Maritza León, Venezuela
http://www.enciclopediacatolica.com/p/pentecostes.htm
Autor: F.G. Holweck, trascrito por Stuart French, hijo, traducido por Giovanni E. Reyes